Buscar

Un régimen militarista aplastará derechos y no resolverá la inseguridad

Ciudad de México, 18 de septiembre de 2024.- Después de violar la Constitución con una Guardia militar, y después de destruir a la policía federal y de asfixiar a las policías locales para convertir la militarización en un hecho inevitable, las nuevas mayorías artificiales buscan formalizar el fraude y reconocer finalmente lo que siempre fue. La mal llamada reforma busca también normalizar constitucionalmente una esfera de acción ilimitada para las Fuerzas Armadas, sin importar que se trate de ámbitos civiles que no les corresponden, para las que no están preparadas y con responsabilidades que no podrán cumplir.

Para agravar el panorama, el nuevo régimen asegura condiciones de máxima opacidad, primero con el falso pretexto de que las acciones más triviales son supuestos de seguridad nacional; segundo, con la planeada destrucción del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.

Se debe insistir en lo evidente: la obsesión militarista de los últimos años consiste en profundizar la asociación de, al menos, parte de la cúpula militar con un proyecto partidista. No se trata de la inseguridad, ni de la violencia. No se trata de la tropa, ni del pueblo, ni del país. Se trata del poder, de acrecentarlo, de concentrarlo, de pervertirlo.

Este despropósito, producto de una ambición extrema, nunca de un proyecto de nación fuerte, será en detrimento del prestigio del Ejército y la Marina, será en detrimento de la seguridad que urge construir, será en detrimento de un gobierno civil eficaz y transparente. Ciertamente será la enésima loza sobre la idea de un México que, unido, podía ampliar oportunidades y libertades.