Bajo un cielo colmado de arte, emoción y talento, la artista integral Gioconda ofreció una noche inolvidable que desbordó pasión, belleza y excelencia. En un espectáculo producido y dirigido por ella misma, Gioconda no solo cantó: encantó, conmovió y elevó los sentidos del público en cada momento del evento.
Desde el inicio, la velada prometía ser única. La virtuosa violinista Grecia Rodríguez abrió la noche con una interpretación sublime que preparó el alma para un recorrido sensorial sin precedentes. El arte visual también se hizo presente, gracias a la inspiración y talento de los artistas plásticos Hais Torres, Silvia Parra, y el escultor Anderson Rojas, cuyas obras incluida una impresionante escultura en forma de sol radiante sirvieron de marco visual y simbólico al evento.
La Fundación Caminos de Colores por el Mundo, presidida por Vilma Volcanes, aportó su respaldo a esta iniciativa, destacando el compromiso del arte con la transformación social y cultural.
Uno de los momentos más conmovedores fue la presentación de jóvenes talentos formados en Ciencia y Arte de la Voz, una academia fundada por la propia Gioconda. Los intérpretes Pat Valladares, Raimone y el cantautor Tony el Creador dieron muestra del futuro prometedor del arte vocal.
El clímax llegó con la aparición de Gioconda en escena, envuelta en impactantes creaciones del diseñador venezolano Gustavo Monagas, de renombre internacional. Acompañada por una banda magistralmente dirigida por el músico colombiano Andrés Rodrigo Girón, la artista nos transportó a un viaje musical a través del tiempo.
Desde los clásicos de ABBA como Gracias por la Música, hasta boleros y baladas de los años 80 como Tú Me Haces Falta y Obsesión, pasando por joyas del repertorio latinoamericano como De Repente de Aldemaro Romero y Ansiedad de Chelique Sarabia, cada interpretación fue una caricia al alma. Además, Gioconda deslumbró con temas internacionales como La Vie en Rose y Can’t Help Falling in Love, consolidando su versatilidad y profundidad artística.
“Recordar es vivir”, expresó Gioconda durante el concierto, una frase que resonó con fuerza en los corazones de los presentes. Y así fue: una noche que se transformó en un homenaje vivo a la memoria musical, al amor por el arte y al poder transformador de la voz.
La velada, organizada con el impecable respaldo de la Almenar Otero Foundation, fue más que un concierto: fue una experiencia sensorial, emocional y profundamente humana.
Hasta el próximo encuentro con esta gran artista, que sigue regalando luz a través del canto