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Unionistas catalanes inconscientes

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En mi pesimista escrito de ayer comenté el estado depresivo en el que nos encontramos muchos independentistas de base; pues los ‘dirigentes’ presentan otras características, y precisan ‘comer a parte’ (salvo honrosas excepciones).

En el presente escrito me centro en los catalanes no independentistas, es decir, en los unionistas españoles, los ‘dependentistas’; en el bien entendido que entre ellos hay tanto nacionalistas catalanes, como nacionalistas españoles.

A mi modo de ver, ambos subgrupos unionistas presentan unas características comunes, como son la inconsciencia, la ignorancia, el tradicionalismo, el conservadurismo, el miedo a lo nuevo, etc., como trataré de argumentar.

Para enmarcar el tema, me parece muy interesante reproducir, parcialmente, el siguiente artículo, que he traducido:

‘¿Y si ya ha habido muertos?

Muchos tenemos la imagen del mísil que impacta directamente sobre un hospital, cuando, hoy día, en la era de internet, un ciberataque contra el sistema de emergencias de un país puede llegar a causar un mal igual de irreparable.

Es una de las certezas del ‘procés’ más transversal en todo el arco ideológico: la del chantaje del estado español a los dirigentes catalanes de ponernos muertos sobre la mesa. De matar catalanes, vaya (…) ‘el gobierno español amenazó con sangre y muertos en la calle’, fueron las palabras exactas de Marta Rovira. ‘Yo no seré el presidente que deje muertos a la calle’, anunció Puigdemont a los diputados de Junts x Si. Según explicaban, los partidos independentistas sabían de manera ‘contrastada y fiable’ que el estado pretendía provocar un escenario de ‘violencia extrema’ que pudiese culpar a la Cup y Arran, y tener una excusa para hacer intervenir el ejército.

De aquella época recuerdo especialmente el mensaje de los medios ‘mainstream’ a la opinión pública, un mensaje que quedó y que ya no pararíamos de oír hasta hoy. ‘¿cómo podíais ser tan ingenuos de esperar que el estado no sería capaz de todo? (…) Que la parásemos nosotros, los sin ejército y sin estado, que nos retirásemos como la opción razonable del conflicto, a la vez que no había toques de atención ni consejos benevolentes hacia la parte que no era capaz de afrontar el problema por la vía democrática, si no de manera obscenamente criminal.

Años más tarde, con el gobierno (de la Generalitat) del todo entregado al adversario y la calle demasiado escaldada para reaccionar sale la investigación periodística sobre el empresario y exmilitar israelí de sobrenombre ‘Jorge’ que se atribuye el ciberataque del 9 N (la consulta no vinculante del 2014, a diferencia del referéndum del 2017) a los servicios públicos catalanes. Pero del ataque en concreto, parece que no hay nada de nuevo. Hemos vuelto a oír que duró tres días, que fue el peor que se había producido nunca en el estado español y uno de los tres mayores del mundo. Que, todo y apuntando a la web del ‘procés participativo’, colapsó sistemas médicos, jurídicos y policiales del país, al por mayor. Y que, entre otros perjuicios, obligó a anular intervenciones quirúrgicas, bloqueó el servicio de emergencias médicas, impidió el acceso de éstos a los historiales de los pacientes. Bien, en las guerras ya pasa, esto. Se les considera ‘daños colaterales’.

(…) Evidentemente, tampoco hemos oído muchas preguntas sobre el alcance humano del ‘les hemos ‘destrozao’ el sistema sanitario’ del otro Jorge, el ministro (de interior) probablemente porque de tan general es más difícil de desgranar. En todo caso, de la revelación de un acto de guerra manifiesto – guerra ‘sucia’ le llaman curiosamente, a la guerra sin balas – (…) Por si alguien tiene la tentación de compararlo como déficits fiscales, recortes gubernamentales o fatalidades estructurales de tener un estado en contra (…) de acciones deliberadas para espantar la población atentando, o haciendo atentar, contra el buen funcionamiento de sus servicios públicos. Entonces la pregunta es procedente: ¿Y si por causa de alguna de estas acciones planificadas, propias o encargadas, ya hubiese habido muertos?

(…) Una vez más en la historia, la guerra contra una parte de los catalanes ha sido contra todos los catalanes, ninguna novedad. Y mientras a los independentistas nos tratan de fanáticos por querer deshacer este estercolero votando, a los españolistas que viven y trabajan en Catalunya parece que no les tiembla la fe, a pesar de saberse objetivo potencial del Reino de España cuando se trata de impedirlo por todos los medios. Como tampoco les duelen las millonadas de las arcas públicas invertidas en mercenarios como el israelí (de 6 a 14 millones dice que valen sus servicios), o el programa Pegasus (el CNI pagó 6 millones) o en operaciones Copérnico (87 millones), sólo les hace hervir la sangre las cuatro migas que podemos destinar a la lengua y la cultura del país. Es la tranquilidad de espíritu de quien sabe que ‘los daños colaterales’ son contra suya, la culpa es nuestra, y si son contra nosotros, también’

(Vilaweb, Marta Rojal, 20 de febrero del 2024)

Efectivamente, los españolistas catalanes se encuentran en un dilema amoral, ya que carecen de moral y ética al aceptar esta situación, esta guerra sucia, con los daños colaterales mencionados.

Claro, se encuentran presos de sus ‘convicciones’, podríamos estudiar sus actitudes mediante un adaptado test del ‘dilema del prisionero’, de la teoría de juegos, desarrollado por Merrill M. Flood y Melvin Dresher, en 1950.

También se les puede aplicar el dilema del trompetista, una variante del dilema anterior, que es el siguiente:

‘El trompetista tomado prisionero

Un trompetista, que dirigía con valentía a los soldados, fue capturado por el enemigo.

Él gritó a sus captores: Les ruego que me escuchen, y no tomen mi vida sin causa o sin preguntar. No he matado a un solo hombre de su tropa. No tengo ninguna arma, y solamente llevo esta trompeta de cobre.

Es la justa razón por la cual usted debe ser sentenciado, dijeron ellos; porque mientras usted no participa directamente en la lucha, su trompeta mueve a todos los demás para luchar’

(https://dinamicasgrupales.com)

Me parece evidente hacer el paralelismo entre ese trompetista y los unionistas catalanes, alentando a los ‘españolísimos españoles’ y celebrando su represión; y, después, sintiéndose ofendidos al verse despreciados por los independentistas catalanes.

Es muy conocido el ‘mito de la caverna’ de Platón (428 a.C. – 347 a.C.), que he utilizado en diferentes ocasiones, por lo que no me extenderé de nuevo, pero está claro que refleja, a la perfección, el perfil de los unionistas catalanes, asimilables a los presos cuando regresa el prisionero que había conseguido ver la realidad (los independentistas) y piensan que el viaje le ha dañado el pensamiento, y no quieren salir de la cueva, contentos con sus sombras; Platón, a través de Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.), afirma que estos prisioneros harían lo posible por evitar hacer esa travesía, y llegarían a matar incluso, a quien se atreviera a liberarlos.

Es evidente que el miedo es una emoción humana, pero no les excusa de su responsabilidad individual ni social. Son culpables, sin paliativos ni paños calientes. Por eso, ‘confiar’ que un día u otro se rediman, y amplíen la base independentista, como pretende ERC, es una distopía (una utopía negativa, una contra-utopía).

Y siguiendo con parábolas de prisioneros, a continuación, reproduzco una que me parece que se puede aplicar, metafóricamente, a los independentistas de base irredentos:

‘Parábola del prisionero del campo de concentración

En un campo de concentración vivía un prisionero que, pese a estar sentenciado a muerte, estaba alegra. Un día apareció en la explanada tocando su guitarra, y una gran multitud se arremolinó en torno a él para escuchar porque, bajo el hechizo de la música, los que le oían se veían, como él, libres de miedo.

Cuando las autoridades de la prisión lo vieron, le prohibieron volver a tocar. Pero, al día siguiente allí estaba de nuevo, cantando y tocando su guitarra, rodeado de una multitud.

Los guardianes le cortaron los dedos, pero él, una vez más, se puso a cantar su música con las manos cortadas. Esta vez, la gente aplaudía entusiasmada. Los guardianes volvieron a llevárselo a rastras y destrozaron su guitarra.

Sin embargo, al otro día, de nuevo estaba cantando con toda su alma. ¡Y qué forma tan pura e inspirada de cantar! Toda la gente se puso a corearle y, mientras duró el cántico, sus corazones se hicieron tan puros como el suyo, y sus espíritus igualmente invencibles.

Los guardianes estaban tan enojados que le arrancaron la lengua. Sobre el campo de concentración cayó un espeso silencio, algo indefinible; por fin, para asombro de todos, al día siguiente estaba allí de nuevo el cantor lleno de alegría, balanceándose y danzando a los sones de una silenciosa música que sólo él podía oír.

Y al poco tiempo todo el mundo estaba alzando sus manos y danzando en torno a su sangrante y destrozada figura, mientras los guardianes se habían quedado inmovilizados y no salían de su estupor’.

(http://parabolas-cuentos.blogspot.com)

Salvando las infinitas distancias, me parece que es perfectamente válido efectuar una semblanza entre ese valiente músico, y los independentistas de base que seguimos manifestándonos, en diferentes formatos y periodicidades, a lo largo y ancho de nuestro País.

Vemos cómo nos han ido reprimiendo, impidiendo nuestras manifestaciones legítimas, para ahogar nuestras protestas. Pero, aún así, persistimos y persistiremos.

Y lo que nos duele más, es que los ‘líderes’ de los partidos y asociaciones civiles independentistas, estén, cada día, con sus guerras fratricidas, que nada tienen que envidiar a la de los tirios y troyanos, dos ciudades (Tiro y Troya) que rivalizaban por el dominio del Mediterráneo. Y esa lucha cainita nos lleva a una situación que va de cada vez de mal en peor.

Así, nosotros nos sentimos solos, abandonados, mientras ellos se lanzan a sus refriegas como las que se dieron entre Anás y Caifás, sumos sacerdotes judíos nombrados por el legado romano, y que favorecieron la entrega de Jesús a los romanos, para su ejecución.

Caifás dijo: ‘conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’. Esos sacerdotes calificaron de blasfemias las palabras de Jesús, pero eso no tenía validez para Pilatos, que pasó el problema a Herodes Antipas. Todos conocemos esta historia, así como la figura de Barrabás, por lo que no es preciso explicar más, que no sería un ‘spoiler’ explicar el final, pues todos sabemos esta historia, al menos, culturalmente.  

Y en esas estamos, con unos ‘dirigentes’ que no están a la altura de las difíciles circunstancias que estamos.

Joan Tardà (ERC) ya lo dijo el 28 de enero del 2018, en una entrevista a La Vanguardia: ‘Si hace falta, tendremos que sacrificar a Puigdemont, si es necesario para el gobierno, pues hay un bien superior: que haya gobierno’, y eso hicieron, no invistiéndolo president. Así, Tardà actuó como Caifás.

Estamos muy cansados de traiciones, de mentiras y de engaños. Por eso, en lugar de querer ampliar la base rebajando el listón de nuestros deseos, me parece más oportuno ‘descontar’ a los que ya no están por la labor, como nos han demostrado repetidamente. Y aún así, seguiremos con el embate. Nos costará más y, seguramente no veremos el final, la independencia, pero, eso sí, tendremos la conciencia bien tranquila.