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Utilización y manipulación del silencio

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Nota previa: en mi escrito de ayer, comenté, por error, que la ministra de educación quiere imponer el 25% del catalán, cuando la realidad es que quiere imponer ese porcentaje del castellano, como, acertadamente me ha hecho saber un lector amigo.

Como sabemos, a lo largo de la historia ‘oficial’, escrita desde el poder, se ha silenciado la historia de los perdedores, por ejemplo, la dictadura franquista ocultó y sigue ocultando en la actualidad, la represión de ese régimen asesino, así como la verdadera historia de la República precedente. Y ese patrón es observable en todos los estados en diferentes momentos de sus historias.

Pero también es preciso resaltar otros grupos silenciados históricamente: las mujeres, los grupos perseguidos por sus características de género en general, por su religión, su raza, su condición económica o ideológica, etc.

Y, claro, esa manipulación de la historia se inculca desde la educación básica, controlada por el poder en cuestión, y sus grupos de presión.

Ahora bien, en este escrito, me quiero referir, más en concreto, a la ‘mayoría silenciosa’, que es diferente a la ‘mayoría silenciada’ de los grupos oprimidos ya citados.

‘La mayoría silenciosa es un concepto de sociología y política. Se refiere con él al conjunto de la población, a un grupo de gente sin especificar en un país o grupo quienes no expresan su opinión públicamente.

El término fue popularizado por el presidente estadounidense Richard Nixon en un mensaje televisivo el 3 de noviembre de 1969, en el cuál, él dijo: ‘En esta noche – a ustedes, la gran mayoría silenciosa de mis compatriotas estadounidenses – les pido su apoyo’. En este uso se refiere a esos estadounidenses quienes no se unieron a las grandes protestas contra la guerra del Vietnam en su momento, a quienes no se unieron a la contracultura, y a quienes no participaron en el discurso público (…) en contraposición a las multitudes que pedían en marchas callejeras la retirada de las tropas (…) Los partidarios de Nixon alegaban que la decisión de proseguir la guerra tenía el respaldo de la mayoría de los estadounidenses, mientras que los detractores serían apenas una minoría que gozaba del beneplácito de los mass media o de apoyos en entornos intelectuales o académicos, lo cual tornaba a dicha ‘minoría’ mucho más vista y escuchada que la ‘mayoría’ realmente existente.

(…) Es un concepto utilizado por dirigentes políticos (dictadores y mandatarios de regímenes totalitarios) para manifestar su legitimidad y la de sus decisiones ante la ausencia de protestas o de las protestas ‘minoritarias’ en contra de estas, apelando a que la mayoría de las personas, al no unirse a las protestas, da su conformidad a sus medidas. En los casos más extremos, el gobernante llega a afirmar que todo aquel que no protesta de forma visible contra sus decisiones, las apoya (aceptación popular), obviando la posibilidad de que personas disconformes con sus acciones se hayan quedado en casa (…) por temor ante la violenta represión política inherente a estos sistemas.

Excepcionalmente, el concepto de mayoría silenciosa ha sido utilizado de forma totalmente opuesta para definir a una población contraria al régimen establecido, que lo sufre en silencio, con miedo a las represalias, hasta el momento en el que esta se rebela contra el poder (…)’

(fuente: Wikipedia)

Todos recordamos utilizaciones de esas minorías silenciosas por parte de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, etc., para ‘justificar’, por ejemplo, que ‘la gran mayoría de los catalanes ignoró el referéndum del 2017’. Y ese mismo proceder lo utilizan para minusvalorar a los manifestantes, según les conviene en cada momento. Y claro, los respectivos organizadores, para compensar, tienden a maximizar la cantidad de manifestantes, lógico.

También sabemos que en todas las elecciones hay un importante abstencionismo. En las pasadas elecciones generales del 23 de julio, la participación fue del 66,59%; así que algo más del 33 % de los ciudadanos se abstuvieron, por diferentes causas, y también por motivos técnicos. Pero esas abstenciones, junto a los votos en blanco (un 0,81%), son, obviamente, una multitud silenciosa, y el refrán ya dice que ‘el que calla, otorga’.

Asimismo, vemos que los diferentes partidos políticos, y los gobiernos de turno, filtran ‘indicios’ de noticias facilonas, para ir modulando la opinión de la ciudadanía, y llevarla a su terreno, Y generalmente consiguen sus efectos buscados, ya que acríticamente, la mayoría compra lo que le venden.

Un ejemplo lo vemos en las ‘posibles’ condiciones que ‘se filtran’ de Pedro Sánchez para aplicar la amnistía: que Carles Puigdemont siga de europarlamentario y que no se vuelva a presentar a futuras elecciones catalanas. Y ese rumor, que oí por primera vez a Jordi Basté, locutor de RAC1, diciendo que ‘él no sabía nada, pero que podía ser una posibilidad’; ahora se ha multiplicado, y otros medios amplían esa exigencia también a Oriol Junqueras.

Con este ejemplo, me parece que queda en evidencia la utilización de los medios de comunicación afines, por parte del gobierno de Pedro Sánchez; pues queda patente que ciertos locutores hacen de ‘monosabios’ a cambio de contrapartidas que, con gran probabilidad, se traducirán en más y mejores financiaciones a las respectivas cadenas y medios.

En esa misma línea, miembros del gobierno van lanzando exigencias de contrapartida, para aplicar la amnistía: apoyo de estabilidad para toda la legislatura de 4 años, y a sus respectivos presupuestos, etc.

Y la comparsa y arribista Yolanda Díaz, ‘líder’ de Sumar y vicepresidenta del gobierno, que ha anunciado que el próximo martes presentará la propuesta de proyecto de ley de amnistía, pero machacando y re-machacando que:

‘cuando hay acuerdos, no hay unilateralidad, no hay interés de parte, las partes lo saben perfectamente, y esto no quiere decir que dejen de pensar lo que piensan, que los independentistas podrán seguir siéndolo, pero dentro de la constitución (…) y que los catalanes votaremos para ratificar lo que se acuerde’.

Una votación que, como muchos nos tememos, se limitaría a recuperar el estatuto del 2006, ‘cepillado’ por el PSOE (‘gracias’ al infame Alfonso Guerra), y recortado por un tribunal constitucional deslegitimado, por sus vacantes y derivas. Y, claro, nosotros no queremos votar un nuevo estatuto, queremos votar nuestra libertad.

Es preciso recordar que Yolanda Díaz ‘silencia’ su propia historia política:

  • En 2005, candidata a la Xunta de Galicia, obtuvo 12.419 votos, un 0,75% de los votos emitidos.
  • En 2007, candidata a las elecciones municipales por el Ferrol, obtuvo 5.203 votos, un 14,19% del total.
  • En 2009, candidata otra vez a la Xunta, consiguió 16.441 votos, un 0,99%, sin conseguir representación.
  • En 2012, su partido (Izquierda Unida) formó coalición con otros partidos, sentando la base de la futura Marea, que confluyó en Podemos.

Es decir que, personalmente, nunca ha tenido ningún éxito; y viendo eso, buscó soportes, primero con el nacionalista gallego, el patriarca Xosé Manuel Beiras, que había dejado el BNG para formar Anova. Poco después, Díaz y Beiras se coaligaron, formando la Alternativa Gallega de Izquierda (AGE), y, así, a rebufo del histórico Beiras, consiguieron 9 diputados autonómicos, y Díaz consiguió entrar en la cámara gallega en el 2012. E, inmediatamente, Díaz prefirió arrimarse a Pablo Iglesias, abandonando a Beiras, para juntarse con Marea.

En 2020, Díaz abandonó su partido de Izquierda Unida, para afianzarse en Podemos; y después, pasó a ser el apéndice del PSOE, ya que a Díaz le interesa estar a bien con Pedro Sánchez, y para ello ha despreciado a sus compañeras, como Irene Montero, y, finalmente, ha enterrado a Podemos. Y, de ese modo, con sus sonrisas y abrazos, ha ido girando hacia la derecha, claro.

Me parece meridianamente claro que con esas ‘ayudas’ no podemos ni cruzar la calle, pues con muchas probabilidades nos dejaría tirados a la mitad, para ser atropellados, mientras ella se salva.

Que un ‘personaje’ de ese calibre quiera a los independentistas rendidos, es inconcebible; y, me parece evidente que su objetivo, como brazo ejecutor en la sombra, de Pedro Sánchez, es buscar un acuerdo que acabe con el prestigio de Carles Puigdemont.

Yolanda Díaz, en su narcisismo, se considera la gran lideresa española; pero ese mismo narcisismo le obnubila, y no le permite ver que, por encima de ella está el macho alfa de los narcisistas, Pedro Sánchez, y que cuando crea que no le aporta nada, le dará la pertinente patada, pues dentro del espejo de Sánchez sólo cabe su propio reflejo.

Un reflejo que ahora quiere que sea interpretado como de generosidad, de dialogante.

Pero no nos engaña, la generosidad comporta anteponer el decoro a la utilidad y al interés propio. Y a nadie se le puede escapar que Pedro Sánchez antepone su interés, la garantía para seguir 4 años más en el poder, y eso no es generosidad, eso es su antónimo: maldad, bajeza, ruindad, egoísmo, avaricia, etc.

Sobre la ‘particular’ interpretación de la ‘generosidad’ de Pedro Sánchez, me parece ilustrativa la siguiente fábula:

‘La mariposa y las abejas

Revoloteaba entre las flores una hermosa mariposa que observaba el ir y venir de las trabajadoras abejas. Todos los días estaban allí, recolectando el polen para llenar las celdas de su colmena. En verdad, eran los insectos más laboriosos.

Y la mariposa, por su parte, era graciosa, elegante y siempre tenía buenas palabras para todos. A ella le encantaba hablar con las abejas, y ellas, a veces, se paraban un rato a charlas con ella.

Las abejas le habían dicho que podía hacer lo mismo que ellas. Y que si necesitaba algo, ellas se lo darían para que comenzara a trabajar.

Un día, la mariposa pensó en el trabajo de las abejas, y en la oferta que en su día le hicieron. Realmente era muy provechoso: ellas llenaban su colmena de alimento para tener suficiente durante el invierno y poderse dedicar entonces a otros menesteres.

Entonces, pensó la mariposa…

¿Y si hago yo lo mismo? No es tan difícil … yo sé recolectar polen … les pediré un poco de cera a mis amigas las abejas para empezar a formar mi colmena.

La mariposa fue visitar a sus amigas a la colmena, y les pidió un poco de cera.

¡Amigas abejas! ¿podríais dejarme un poco de cera para construir una colmena como la vuestra?

Oh, qué lástima, dijo la primera abeja, ya no me queda nada, la gasté toda.

Yo tampoco tengo … si esperas unos días, dijo otra abeja abriendo su ventana.

A mi me queda muy poca, dijo la tercera abeja, lo siento, pero no puedo darte nada.

La mariposa se alejó volando de allí, muy triste, porque acaba de recibir una demoledora lección: no te fíes de las promesas de otros, porque cuando se trata de compartir, las cosas cambian’.

(https://tucuentofavorito.com)

Ante esa evidencia general, y volviendo a la multitud silenciada por los mensajes tendenciosos y por el temor a las represalias, y a la multitud silenciosa por la comodidad del mantenimiento del estatus quo, considero que sólo nos queda una alternativa, que es despertar y empezar a gritar, a manifestarnos activa y efectivamente.

No podemos aceptar unos pactos, unos acuerdos que conlleven nuestra rendición.

Yo confío en el president Carles Puigdemont, y quiero creer que no se dejará enredar.

La amnistía no ha de ser la moneda de cambio de nuestra rendición.

Ya vimos que los indultos fueron utilizados para desmovilizarnos. No debemos volver a caer en la misma trampa.

Sé que es muy fácil pedir que renuncien a la amnistía, no estando implicado en ninguna causa, y opinando desde el sofá, tranquilamente. Pero, aún así, empatizo, en cierta medida, con los afectados, si bien no puedo ponerme en su lugar, pues comprendo que el dolor y temor que sufren ellos y sus familiares es muy grande.

Con todo, me parece que es preferible esperar la solución que pueda llegar de la justicia europea.

Si bien, tal como comentaron Casulleras y Bel en los artículos que reproduje parcialmente, siempre tendremos el temor de que pueda ser revertida la amnistía o, todavía peor, que la INjusticia española desatienda la sentencia que puedan dictar sus colegas internacionales, como han hecho en repetidas ocasiones.

Por eso, estoy convencido que la única opción es la DUI (declaración unilateral de independencia), precisamente la opción que Yolanda Díaz (siguiendo a su jefe, Pedro Sánchez) quiere que rechacemos.

Y para ello deberíamos dejar de formar parte de la multitud silenciosa y pasar a ser la multitud vociferante. No hay otra.