El Zoológico de Zacango, antes un símbolo de conservación de fauna silvestre en México, se ha convertido en un escenario de horror y muerte. Entre septiembre de 2023 y julio de 2024, la población de animales cayó dramáticamente de 1,236 ejemplares a 1,017. La cifra, ya alarmante, sería aún peor si se contabilizaran las crías que no lograron sobrevivir lo suficiente para ser censadas.
Lo que fue alguna vez un refugio para la biodiversidad es ahora un lugar donde la negligencia y la incompetencia han causado la muerte de más de 150 animales solo en el último año. La trágica historia de Freya, una jaguar en peligro de extinción brutalmente atacada por otro jaguar ante la mirada horrorizada de decenas de visitantes, es solo uno de los numerosos ejemplos que revelan la profunda crisis que atraviesa Zacango. El ataque, prevenible según especialistas, ocurrió porque las advertencias de personal capacitado fueron ignoradas por las autoridades. Este tipo de negligencia no es nuevo, sino una constante bajo la dirección de Alma Diana Tapia Maya, directora de la Comisión Estatal de Parques Naturales y de la Fauna (CEPANAF).
Esta situación en Zacango recuerda los horrores vividos en el Zoológico South Lakes Safari de Cumbria, Inglaterra, donde entre 2013 y 2016 murieron 486 animales por causas atribuibles a la falta de cuidado y atención veterinaria. En Zacango, la misma historia se repite: en apenas 15 días murieron 15 animales, entre ellos un tlacuache, gansos, un antílope ñu, un wapití y hasta una cría de hipopótamo que falleció apenas dos días después de su nacimiento. Las muertes constantes no son simples accidentes, son producto de una administración negligente que no ha sido capaz de asegurar el bienestar de las especies en peligro de extinción que tiene bajo su custodia.
El caso del elefante Ted, que vivió más de 40 años en Zacango, es otro ejemplo trágico. Sufrió en sus últimos días por la negativa de los veterinarios a practicarle una eutanasia compasiva, prolongando su agonía innecesariamente. También está la tortuga africana Goliath, que murió electrocutada por un alambrado eléctrico mal instalado, un descuido inadmisible para una institución de este tipo. Este zoológico, que alguna vez fue un modelo de conservación, ahora refleja una negligencia sistemática que ha llevado a la muerte a docenas de animales.
En Zacango, al igual que en el South Lakes Safari de Inglaterra, los animales han muerto por causas evitables como hipotermia, desnutrición y falta de cuidados médicos. Un canguro rojo, el último de su especie en el parque, murió sin haber recibido tratamiento adecuado. Estas muertes innecesarias reflejan un patrón inquietante de maltrato y abandono que no solo ocurre en Zacango, sino también en zoológicos de todo el mundo que han sido mal gestionados.
A nivel internacional, la situación ha sido tan grave que el South Lakes Safari fue multado por las autoridades y su fundador, David Gill, enfrentó posibles cargos por violar el Acta de Bienestar Animal, acusaciones similares a las que deberían ser formuladas contra las autoridades responsables de Zacango. En el caso de Zacango, el equipo de Tapia Maya, encabezado por Huitzilihuitl Barrera Manzano, Mara Callejas Ortega y Natalia Vargas Cabrera, ha mostrado un absoluto desprecio por la vida de los animales bajo su cuidado. Su gestión despótica ha resultado en el despido de personal calificado, dejando áreas críticas desprotegidas.
La realidad es que Zacango esta por encima de otros casos que en su momento se consideraron alarmantes por los efectos de la pandemia COVID-19. Los zoológicos de la Ciudad de México han enfrentado situaciones trágicas pero menores a comparación de Zacango. Entre 2019 y 2022, se registraron al menos 1,318 muertes en los zoológicos de Chapultepec, San Juan de Aragón y Los Coyotes. Chapultepec, por ejemplo, perdió 1,002 animales en ese periodo, mientras que San Juan de Aragón reportó 194 muertes y Los Coyotes 122. Este tipo de cifras son inaceptables, sobre todo cuando las muertes son el resultado de la falta de cuidados básicos y no de enfermedades inevitables.
A este ritmo, Zacango podría alcanzar las terribles cifras del Zoológico South Lakes Safari en menos de tres años. Con un promedio de 150 muertes al año, el zoológico está camino a igualar las 486 muertes reportadas en Cumbria entre 2013 y 2016. De seguir esta tendencia, Zacango podría pronto ser señalado por la prensa internacional como uno de los peores zoológicos del mundo, repitiendo la historia de South Lakes.
La situación en Zacango es el resultado de una mala administración y decisiones desastrosas. Al igual que en el South Lakes Safari, donde se descubrieron animales medio devorados y muriendo de frío, Zacango se enfrenta a un declive ético y operativo que ha hecho del zoológico una trampa mortal para los animales. La fauna del parque está a merced de decisiones incompetentes y negligentes que ponen en riesgo no solo su vida, sino también el propósito de conservación que debería guiar a cualquier zoológico.
Es imperativo que se tomen acciones inmediatas para investigar y sancionar a los responsables de la muerte de estos animales. El Zoológico de Zacango no puede seguir siendo un cementerio de especies. Si las autoridades no actúan, el parque seguirá perdiendo su fauna, su reputación y, lo más grave, su propósito como un centro de conservación de vida silvestre.