Por tercera vez consecutiva el independentismo catalán vence con mayoría absoluta en las elecciones en Cataluña. Ha ganado de manera rotunda con 74 escaños, por encima de los 68 que establecen la mayoría (en las anteriores elecciones había ganado con 70). Esta vez además con el 51,22% de los votos siendo pues mayoritario entre los votantes. Las elecciones tocaban el año que viene, pero fueron avanzadas porque los tribunales españoles derrocaron al Presidente catalán Joaquim Torra por haber desobedecido ante una Junta Electoral que le ordenó descolgar una pancarta que criticaba el encarcelamiento de políticos catalanes. El Presidente se negó, alegando libertad de expresión, y la Justicia española estimó que el desacato era suficiente para defenestrar al Presidente de la Generalitat de Cataluña y provocar el adelanto electoral. Además, el ejecutivo catalán provisional, escuchando a los expertos sobre la pandemia, decidió postponer las elecciones cinco meses, hasta que la tercera ola de covid hubiera disminuido, pero otra vez irrumpió la Justicia española obligando a mantener la fecha de las elecciones para el 14 de febrero. Es la misma Justicia española que mantiene a 9 políticos y activistas catalanes en prisión, que ha emitido órdenes de búsqueda y captura contra 7 políticos catalanes exiliados (que las Justicias alemana y belga han desestimado porque no veían justificadas las acusaciones o por entender que no se daban garantías de juicio justo en España), la que mantiene la búsqueda y captura contra un músico mallorquín exiliado en Bélgica por cantar contra el rey de España y que inminentemente va a poner en prisión a otro músico catalán, Pablo Hasel, por también haber cantado contra el rey. En este contexto y con todo el aparato del Estado y la prensa española en contra, el independentismo ha vuelto a ganar, con una mayoría absoluta más amplia que nunca y con más del 50% de los votos. Ante el independentismo tenemos al ex ministro de sanidad español socialista durante la pandemia que, con todo el apoyo del Estado, de la prensa y del unionismo en general, ha conseguido ser el primer partido pero empatado en escaños con el primer partido independentista. Y también se le opone al independentismo la extrema-derecha españolista de VOX que irrumpe con fuerza en el Parlamento catalán con 11 escaños. Con este panorama el Estado español y la Unión Europea no pueden negar el derecho de autodeterminación de la sociedad catalana que se tiene que expresar en un referéndum con garantías democráticas, transparencia y sin juego sucio. Al final la democracia consiste en permitir que los ciudadanos decidan en las urnas y no violentar esta voluntad con leyes que deberían servir, precisamente, para garantizar un marco que respete lo que las sociedades quieren para sí mismas.
Jordi Oriola Folch